Roberto González, golpeado por su vecino apodado Lord Cobarde, pide justicia a siete años de la agresión que sufrió porque el proceso judicial se ha prolongado de manera injustificada.
La víctima, acompañada de su asesor legal y familia, acudió la mañana de ayer a la Sala de Juicios Orales Penales de Playa del Carmen, donde por fin pudo hablar luego de varios años de silencio debido a que había perdido el habla por el estado cuadrapléjico en el que quedó tras la brutal golpiza que le propinaron.
“Él me dijo ‘ahora sí desgraciado, te llegó la hora, te voy a matar’. En eso llegó su esposa y entre los dos me golpearon. Uno de los golpes me pegó en el cuello, a la altura de la cervical y me rompió las cervicales produciéndose una lesión medular, esa lesión cambió mi vida”, recordó Roberto González sobre su agresión ocurrida en enero de 2017 en el fraccionamiento La Joya.
Rodrigo N, apodado en las redes sociales como Lord Cobarde, hasta ahora no ha recibido sentencia y, pese a que tiene un arraigo que no le permite abandonar Quintana Roo, anda libremente por Playa del Carmen.
El delito por el que se le acusa a este sujeto es el de lesiones, luego de que el juez del sistema penal acusatorio lo reclasificó. Anteriormente era el de homicidio en grado de tentativa, su acusación.
La batalla judicial que ha emprendido Roberto ha sido un verdadero viacrucis, por el estado en el que se encuentra. Anda sobre una silla de ruedas y apenas puede hablar.
Tras la denuncia penal interpuesta en 2017 y la vinculación a proceso de Lord Cobarde dentro de la carpeta de investigación 53/2017, dos años después integraron las pruebas en su contra.
Pero en el proceso penal han ocurrido irregularidades, como la pérdida del video donde se aprecia la agresión, el cual es un dato de prueba pericial de gran importancia dentro de la carpeta de investigación.
El lunes se iba a celebrar la audiencia de juicio para llegar a una sentencia, pero fue postergada por el Tribunal de Juicio Oral de Playa del Carmen. El juez Gaulterio Geraldo Díaz, consideró aplazar su celebración porque los testigos calificados de la parte acusada no llegaron.
Mientras tanto, el agresor ha tramitado un sinnúmero de amparos con el fin de evitar su posible detención.
